LA NARRACIÓN RADIOFÓNICA
Resumen: El presente paper contiene un análisis y repaso exhaustivo y sistemático referido a diferentes conceptos y argumentos relacionados al ámbito radialístico; a su vez pretende lograr una reflexión y compresión más amplia de los diferentes terrenos en los que se desarrolla la radio, como medio sonoro por excelencia.
Abstract:
This paper contains a comprehensive and systematic analysis and review of different concepts and arguments related to the radio field, In turn, it aims to achieve a broader reflection and understanding of the different terrain in which radio is developed, as the sonorous medium par excellence.
Palabras claves: Radio, discurso , lenguaje radial, narración.
Key words: Radio, discourse, radio language, narration.
La omnipresente imagen, transmitida de manera esencial por la televisión, reforzada con múltiples variantes (por cable, por satélite, mediante pago directo o en abierto), y en el tiempo en que las nuevas tecnologías informáticas ratifican el predominio de lo visual; puede llevarnos a pensar que queda muy poco margen para la riqueza expresiva en el uso de los sonidos o que resulta escasamente válida la transmisión de ideas, conceptos o imágenes según los esquemas de la llamada tradición oral. No obstante, las posibilidades de apoyarnos en lo auditivo para reforzar los diferentes procesos humanos son más amplias de lo que nos marca un entorno mayoritariamente visual.
Es el caso de la radio, una herramienta social, un transmisor de emociones que suscita en su audiencia; sentimientos que en la inmensa mayoría son positivos; por ejemplo, el estar contento, interesado, entretenido, nostálgico, sereno, entusiasmado e inspirado. La radio alegra, evoca, mejora el estado de ánimo; la radio hace reír, sorprende. Uno de los principales atributos de las emociones es el de reforzar o desalentar conductas. Si una experiencia es positiva –como lo es escuchar radio-, se tenderá a buscar y reforzar ese tipo de experiencias; por el contrario, se evitarán las experiencias que generan emociones no deseadas o desagradables. Así, mientras más emociones positivas despierte la radio, más personas van a escucharla (Pardo Saénz); no obstante la radio también posee limitaciones, esos puntos débiles o limitantes son: la unisensioralidad, jamás debemos olvidar que (a diferencia de la televisión) el mensaje radial llega a un sólo sentido: el oído. Por eso hablamos de la unisensorialidad, esta limitación implica especial atención del comunicador para lograr captar la atención del oyente. Por el mismo hecho de que la radio llega a un sólo sentido, tenemos el riesgo de que el receptor se distraiga con los otros sentidos; también encontramos a la unidireccionalidad, en radio no existe un mensaje de retorno equivalente a la cantidad de influencia informativa que recibe el oyente; a su vez encontramos a la ausencia del público, es conocida la eficiencia de la comunicación directa o cara a cara, con ella usted puede advertir las reacciones de la o las personas a las que dirige su mensaje. En la radio no tenemos esa posibilidad, el público está ausente y, como no lo miramos, desconocemos si aprueba o rechaza lo que decimos; finalmente está la fugacidad del mensaje, el sonido es pasajero, no permanece. ¿Cuántas veces hemos oído que a las palabras se las lleva el viento? Y es verdad. Lo escrito queda. Se lo puede mirar o leer una y mil veces; puede mostrar a sus amigos, o guardarlo. El sonido, en cambio, vino y se fue. Esto es una grave limitación en la radio porque desconocemos el efecto que causó ese efímero mensaje sonoro. No tenemos ocasión de repetir diez veces una noticia, o de explicarle tantas veces cuantas sean necesarias para que sea entendida (Vinicio Escalante, 1986); además de esto el público oyente es cada vez más exigente y hay que invertir tiempo y dinero en mejorar y saber adaptarse a los cambios más rápido que cualquier otro medio, también es importante conocer el desarrollo de su programación, la cual cumple la función de centrarse en prestar un servicio diverso, respetuoso y dinámico a un público que ya no se conforma con la música de fondo y los programas pasivos que se originaron en la primera época de la frecuencia, además su diseño es una labor sumamente importante, que amerita investigación, reflexión, discusión y acuerdo dentro de un equipo programador; cabe recalcar que los programas radiales cumplen ciclos, nacen, crecen, se reproducen (o te los copia la competencia) y mueren. O mejor, son matados (Montañez Soriano, 2000).
Volviendo a la radio, aunque muchas veces se comete el error de seguir las tendencias de la mayoría olvidando que la radio es creatividad sin pausa, es todo un potencial en la comunicación masiva y exige a los profesionales que trabajan en ella una excelente preparación para ejecutar un trabajo de inmejorable calidad de fondo y forma que contribuya con el desarrollo integral de los receptores. Para lograr esto hay que competir a diario, minuto a minuto y sin detenerse, siendo una fuente ligera y manejable de entretenimiento y de información instantánea, por su flexibilidad propicia la libertad de actividades diversas sin interrumpir a la gente, cosa que no es común en otros medios masivos, ningún otro medio de comunicación colectiva tiene tantas posibilidades de utilizar el factor imaginativo como la radio, además de contar con la capacidad y sentido de intimidad que produce, como uno de sus privilegios; la facilidad de transmisión y de recepción, su riqueza, además del bajo costo de su producción comparado a cualquier otro medio masivo la hace única (García Dávila & Meza Tovar, 1999).
Este medio cuenta con diferentes elementos que hacen posible su realización, tenemos al operador técnico el cual es el encargado de manejar la consola, regular el volumen de cada pista, chequear que el sonido sea correcto y buscar la música que los productores solicitan, entre muchas otras tareas. Está atento a la estética del programa, a los spots y cortinas que crean la identidad de la emisión y de la radio en general. Se comunica con los conductores mediante señas o talkback, que es una función de la consola que permite hablarles a los conductores a través del auricular; también encontramos al movilero, periodista que está en la calle o en un evento y se comunica a través de un teléfono fijo, un celular o un handy, y transmite en vivo y en directo lo que sucede en el lugar. La tarea de los movileros le aporta a la audiencia una sensación de realidad única. Muchas veces, también se suma la voz de un entrevistado, que dialoga con el movilero o con los conductores; a su vez encontramos al productor, el cual se encarga de indicarle al movilero cuándo y dónde debe estar para obtener información precisa, son múltiples las tareas de los productores. Hay una instancia práctica, que implica atender el teléfono, anotar los mensajes y seleccionarlos, llamar a los entrevistados, dar información a los conductores, acompañar y orientar al operador, etcétera. Y hay otra instancia más general, que tiene que ver con cuidar la estética y armar el guión de cada emisión. Es como un director, la cabeza del programa, que intenta que no se pierda la esencia por las urgencias que impone el medio. A veces, es la misma persona quien realiza todas estas tareas, y otras veces hay un productor general y un asistente de producción; finalmente nos encontramos con el conductor el cual es la voz que los oyentes reconocen, debe tener buena dicción, facilidad para la lectura y buena dinámica para el manejo de los tiempos. Esto implica: no dejar baches o silencios –a menos que lo emplee como recurso–, tener facilidad para hacer preguntas y para resolver situaciones difíciles. Generalmente trabaja “en el piso” (dentro del estudio), con otro conductor o conductora, con quien genera una buena dupla. También suele estar acompañado por columnistas que se encargan de cubrir determinados temas o secciones, como deportes, espectáculos, noticias internacionales, movimientos sociales, etc., y hace apariciones más esporádicas. (Fernández de Kirchne, 2012).
La radio se fundamenta en su capacidad de comunicar los diferentes tipos de lenguajes: el lenguaje hablado, la palabra; el lenguaje de la música, también llamado lenguaje de las sensaciones; el lenguaje de los sonidos (efectos) y de los ruidos propiamente dichos además del lenguaje del silencio. El lenguaje radial es un conjunto sistemático de signos cuyo uso genera la codificación de mensajes en un proceso comunicativo interactivo entre emisor y receptor. Por consiguiente, no existe lenguaje si el sistema semiótico que lo comprende no incluye también su uso comunicativo; aquí encontramos dos nociones que son consideradas como elementos constituyentes, tenemos la noción tecnología, como un proceso de/formante de la señal sonora original, cuyos recursos expresivos influyen decisivamente en la codificación de los mensajes sonoros de la radio y a la noción oyente, como el elemento en la cadena significante que asigna significado al mensaje sonoro en el proceso interactivo de la comunicación radiofónica (Armand, 2001). El oyente percibe e imagina (producción de imágenes auditivas) según las limitaciones de operación de su sistema sensorial adaptado a las condiciones en que se produce la escucha radiofónica; el lenguaje radial difiere mucho del escrito; en éste, podemos darnos el lujo de emplear términos, modismos, giros gramaticales, porque el que lee se detiene hasta entender la idea, repasarla, y hasta anotarla para su inmediata o posterior consulta. Para el que oye, lo que no entendió, pasó. Una sola palabra que no entienda puede desconectarlo de la idea y le hace perder concentración, por ellos se debe hacer uso de sencillez, claridad, concreción, brevedad en el mensaje. (Alguien dijo: “Lo bueno, si breve, doblemente bueno”) y elegancia además del empleo de las palabras adecuadas. Lo que se dice debe crear una “pasión”, odio o amor, pero nunca indiferencia. Lo que no motiva, no inquieta, pasa inadvertido. Las palabras y las frases deben crear una imagen; por sí solas o por relación de ideas (García Camargo, 1980).
Otro aspecto importante en el lenguaje radial, es el tiempo y el espacio, que afectan la percepción e interpretación del mensaje. La velocidad de exposición, la duración de un efecto de sonido, harán variar las sensaciones de los oyentes. La transmisión de una idea de espacio recogida por el mensaje será captada de forma subjetiva por la audiencia, cada oyente percibe su propio espacio; la fugacidad es otra de las características del lenguaje radial, la comunicación radial es efímera por naturaleza, en este sentido el periodismo radial tiene dos características específicas que dan su propia personalidad: el laconismo y el estilo comunicativo. El laconismo implica que la información radial tiene como referencia primera la claridad, la redacción debe ser clara ya que el oyente está expuesto simultáneamente a otro tipo de ruido-información. La claridad y sencillez en la exposición son dos requisitos básicos. Respecto del estilo comunicativo, las condiciones fundamentales para que se produzca la comunicación radiofónica están directamente relacionadas con el correcto y amplio uso de los elementos expresivos del medio. En el caso de la voz influyen cuatro factores: la vocalización, la entonación, el ritmo y la actitud. Los mensajes se comprenden por el receptor en función de la utilización que de la voz haga el emisor.
A partir del lenguaje radiofónico, los periodistas y comunicadores radiales en general construirán la realidad cotidiana en la que nos encontramos inmersos, transmitiendo verdaderas "imágenes acústicas" a través de las cuales los auditores reconstituirán su propia realidad, seleccionando, jerarquizando, incluyendo y excluyendo los datos más cercanos a su entorno. Desde esta perspectiva se hace necesario conocer el lenguaje sonoro y comprender los alcances que este tiene como modelador y formador de la opinión pública, pues la transmisión de los mensajes a través del sonido es inmediata, lo que se dijo ya pasó y por ello el mensaje debe estar producido de la forma más clara posible, pues a diferencia de la prensa escrita los oyentes no pueden volver a la información anterior para poder entenderla o procesarla, para entender mejor este proceso es necesario ahondar en la facultad del habla (Roman Levan, 2017).
El habla admite muchos registros dentro de la radio, pero hay dos básicos: el discurso preparado y el improvisado; en este último no es posible predeterminar argumentos, ni diseñar la evolución de los personajes con anterioridad. Sólo puede hacerlo en ciertas ocasiones el moderador del espacio de forma simultánea al desarrollo del relato, pero en aspectos muy puntuales. Este tipo de discursos abundan en la radio y habitualmente corresponden a intervenciones de personas que participan en diferentes programas en calidad de invitados, aportando datos interesantes o contribuyendo a generar momentos entretenidos, y no se ciñen a ninguna regla narrativa porque los colaboradores esporádicos no conocen el lenguaje radiofónico, ni sus aplicaciones. Se expresan sin atender a pautas previas, generando un discurso espontáneo, rico en aspectos comunicativos, pero a veces acompañado de momentos confusos o de expresiones innecesarias; por otro lado en el discurso preparado es fácil establecer unas pautas narrativas concretas que definen las líneas de actuación posteriores y permiten orientar los contenidos analizando sus características y proponiendo normas que ayuden a utilizar de forma óptima el lenguaje radiofónico y a explotar adecuadamente los recursos que enriquecen el relato. Se trata de rentabilizar los elementos expresivos y comunicativos que permanecen latentes. (Romo, 2001)
Ambas dimensiones tienen una relación directa y se alimentan de forma permanente y recíproca con los esquemas textuales y con los escritos literales; cabe destacar que es importante valerse de diferentes normas para mantener la coherencia del discurso, una figura clave en la narración radiofónica es el raccord, se podría definir como la fórmula que permite establecer transiciones coherentes en un relato que la mayoría de las veces es demasiado heterogéneo. Las distintas variedades de raccord (relación, contraste, contenido, formal, etc.) permiten adoptar en cada momento la solución de continuidad más oportuna. Y también facilitan la comprensión porque permiten al oyente relacionar los diferentes elementos, justificando su presencia en escena. En cierta manera es una forma de contextualización. El raccord, obligatoriamente, va unido al montaje, pues el montaje es un proceso de ajuste que necesita una fórmula que permita la unión de esos elementos de procedencia diversa para que juntos adquieran un significado pleno y coherente. (Soengas, 2005)
En conclusión ninguno de los dos tipos de discursos es más importante que el otro, simplemente poseen características diferentes porque responden a situaciones distintas, lo cual hace al relato atractivo e interesante a la vez, ya que de nada sirve un discurso hermoso, pero vacío de contenido o una propuesta interesante, pero aburrida; a su vez es preciso acotar que el lenguaje radiofónico no tiene límites, y exige eso, que no se le limite, ya que el medio está abierto para que a través de él transiten y se muevan con libertad las palabras, los enunciados, las ideas, los pensamientos, los sentimientos, el acontecer, el humor, la filosofía, la vida. Todo lo que puede ser expresado con palabras puede ser transmitido por radio, ¿y qué cosas no pueden ser expresadas con palabras o transformadas en sonidos? Los locutores y todos los hablantes de la radio tienen, aun sin saberlo o asumirlo, la responsabilidad del uso social de la lengua, ya que buena parte de la población no tiene más contacto con ella que lo que escucha por radio y televisión La lengua se modifica. Sí, eso nadie lo duda ni debe evitarse. Es un ente vivo, cambiante, social y como tal se ve afectado por lo que ocurre en la sociedad y su evolución; la radio es un medio desconocido y desperdiciado en sus posibilidades, en sus potencialidades, en su capacidad expresiva y comunicativa. Más bien se le quiere manejar con las características de otros medios, ante los cuales puede parecer limitado.
Así, se dice de la radio que es imprecisa, que carece de la fuerza de lo permanente, que tiene limitado su acceso sensorial, y precisamente, por esas características, la radio es personal, cercana, propia. Por eso es flexible; por eso puede despertar la imaginación y hacernos pasear por lugares ignotos, transmitir sentimientos profundos, transitar por el tiempo. Ir y venir, subir y bajar, abrir y cerrar.
REFERENCIAS
INFORMACIÓN DADA POR EL DOCENTE
Armand, B. (2001). El lenguaje radiofónico.
García Dávila , D. M., & Meza Tovar, J. (1999). De
radio en radio: el escenario radiofónico. Maracaibo.
Fernández de Kirchne, C.
(2012). Transformá tu netbook en un estudio de radio. Sintonía Digital,
32.
Pardo Saénz, L. (s.f.). La
radio, las emociones que venden. Chile: AIRCHI.
Romo, C. (2001). El
lenguaje seductor de la radio. México.
Soengas, X. (2005). El
discurso radiofónico. Particularidades de la narración sonora. España:
Prisma.
LIBROS DE APOYO
García Camargo, J. (1980). La radio por dentro y por fuera. Quito: Intiyan.
Montañez Soriano, G. (2000). Tu amiga la radio. Publica tus libros.com.
Roman Levan, L. J. (2017). Periodismo Radial I. Lima.
Vinicio Escalante, M. (1986). Comunicación radiofónica. Quito: Ciespal.
Mónica,
ResponderBorrarEl paper es de útil lectura y demuestra que has mejorado en el manejo de conceptos, simbologías y sentidos de la radio. Eso lo refrendas en tus materiales de asistencia.